miércoles, 29 de diciembre de 2010

El bienestar para todos

     Toda verdad atraviesa tres estadios:
en primer lugar se le ridiculiza;
en segundo lugar se le oponen violentamente;
finalmente se le acepta como si fuese una evidencia.



     El bienestar para todos no es un sueño. Es posible, realizable, después de lo que han hecho nuestros antepasados para hacer fecunda nuestra fuerza de trabajo.
     Sabemos que los productores, que apenas son un tercio de los habitantes en los países civilizados, producen ya lo suficiente para que exista cierto bienestar en el hogar de cada familia. Sabemos, además, que si todos cuantos derrochan hoy los frutos del trabajo ajeno se viesen obligados a ocupar su tiempo ocioso en trabajos útiles, nuestra riqueza crecería en proporción al número de brazos productores. Y sabemos en fin que, en contra de la teoría de Malthus –pontífice de la ciencia burguesa– el hombre acrecienta su fuerza productiva con mucha más rapidez de lo que él mismo se multiplica. Cuanto mayor número de hombres hay en un territorio, tanto más rápido es el progreso de las fuerzas productivas.
     Hoy, a medida que se desarrolla la capacidad de producir, aumenta en una proporción sorprendente el número de vagos e intermediarios. Al revés de lo que se decía en otros tiempos entre socialistas –que el capital llegaría a reconcentrarse bien pronto en tan pequeño número de manos, que sólo sería menester expropiar a algunos millonarios para entrar en posesión de las riquezas comunes– cada vez es más considerable el número de los que viven a costa del trabajo ajeno.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Nuestras Riquezas

     ¿Pagamos por el aire que respiramos o por el agua del mar? Todavía no, pero sólo y exclusivamente porque aún hay aire y agua de "cierta calidad" en tal abundancia que no tiene sentido pagar por ello. Lo cierto es que pagamos por la escasez de los recursos de que disponemos. Y tuvo sentido que fuese así durante las épocas en las que resultaba costoso obtener ciertos recursos escasos o de dificil producción. Sin embargo, los años pasaron y las tecnologías con las que el hombre extrae de la naturaleza lo que necesita han avanzado de tal manera que, hoy en día, sería posible cubrir las necesidades básicas de toda la humanidad. Ll plenitud.
     ¿Cómo es posible cubrir las necesidades de casi siete mil millones de seres humanos? Es una simple cuestión de números. Con los métodos actuales de producción, que no son ni de lejos lo buenos que podrían ser, unos pocos hombres producen el alimento necesario para cientos de miles. Y no hay mejores métodos por lo mismo por lo que no hay vestido o cobijo decentes para todos. Porque, en un sistema monetario como el capitalismo, el beneficio es lo que prima, por encima del bienestar. Y mientras el dinero siga rigiendo la totalidad de la vida sobre la tierra, esto seguirá siendo así.